EXPERIMENTO ENIGMÁTICO

En el siglo pasado un científico publico los resultados de un sorprendente experimento que acababa de realizar y cuyas conclusiones resultaron, cuanto menos, enigmáticas para la comunidad científica internacional. Lo resumiremos brevemente:

Un grupo de estudiantes de una Universidad es contratado (a cambio de una buena suma económica) para participar en un experimento científico. El experimento consistía en sentarse (de uno en uno) en una mesa acompañado, hombro con hombro, de un sujeto que ejercía de entrevistador. Encima de la mesa el alumno tenía una serie de botones ordenados gradualmente y con unas cifras debajo (voltios). Enfrente de ellos había un cristal y al otro lado del cristal una sala con una silla donde, supuestamente, se sentaba otro alumno contratado para el experimento y al que se le conectaban unos cables con unos electrodos a los brazos.

El entrevistador formulaba una pregunta a la persona que al otro lado del cristal. Si la respuesta era correcta no pasaba nada. Si la respuesta era incorrecta, ordenaba al alumno que estaba a su lado (y que cobraba por ello) que pulsara el primero de los botones lo cual, supuestamente, producía una descarga eléctrica en el sujeto que estaba al otro lado del cristal. Con la segunda respuesta errónea le indicaba que pulsara el segundo y así iba aumentando la cantidad, supuestamente, de voltios que se descargaban en la persona que estaba al otro lado del cristal. El último botón marcaba 450 vol. (suficiente para matar a un hombre).

La realidad es que al otro lado del cristal no había ningún estudiante recibiendo descargas eléctricas cada vez que fallaba una pregunta; se trataba de un actor que fallaba premeditadamente en sus respuestas y que simulaba espantosos espasmos corporales cada vez que veía que el alumno pulsaba un botón.

La pregunta al enigma es:

Si la corriente eléctrica hubiese sido real, ¿Qué porcentaje de las personas participantes en el experimento hubieran matado realmente al sujeto que respondía a las preguntas?