Tom y Dick, apostadores compulsivos, están dispuestos a apostar sobre todo aquello que ofrezca dudas, aunque las dudas que se plantean mutuamente rara vez concuerdan con las reglas de probabilidad.

Un día, Tom fue a visitar a Dick y le propuso una pequeña apuesta, que por supuesto, su amigo aceptó enseguida. Tom puso sobre la mesa tres cartas boca abajo.

Una de ellas «le dijo a Dick» es un comodín, y las otras dos son ases. Coge una carta sin mirarla. Una de las dos cartas que quedan en la mesa debe ser un as, y le doy la vuelta. Ahora, el comodín está en la mesa o bien es la carta que tú has cogido. Si el comodín está en tu poder, te pagaré 11 euros; si está en la mesa, tú me pagarás 10.

¿Debería aceptar Dick la apuesta?